Abrió las puertas y dejó entrar la brisa que, aquella mañana calurosa, iba cargada de salitre y algas. Tenía el presentimiento de que alguien se había ido de la lengua y la gente de la ciudad había prendido aquellas antorchas que flotaban a lo lejos para desenterrar los duros de plata que ellos habían robado con anterioridad. |
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Ilustración Inma SerranoTexto Carmen Moreno |