El hombre ciego lleva una estrella sobre sus hombros.

ANTONIO PORCHIA

O algo así decía el filósofo. La memoria me traiciona cuando, en un esfuerzo ciclópeo, intento recordar citas o frases célebres de grandes autores. El tiempo no perdona, aunque seas un semidiós. Pero ya estoy otra vez divagando. Yo les venía a contar la historia de mi último trabajo, quizá el más importante…

Como todos sabrán, en pago por mis pecados, tuve que llevar a cabo doce trabajos dispuestos por Euristeo, el hombre que usurpó mi legítimo derecho al trono de Micenas, el hombre al que juré un odio eterno, perfecto.

Mis doce trabajos consistieron en: dar muerte al león de Nemea, matar a la hidra de Lerna, dar caza a la cierva de Cerinea, capturar al jabalí de…

(…)

Jrjrjrjr…uiiii…jrjrjrj…uiiii…

(…)

Perdonen, me quedé traspuesto. Si quieren conocer, de primera mano, la historia de mis doce trabajos, será mejor que consulten la Wikipedia.

Anudando el hilo roto de mi cuento, les confesaré un secreto: tras estos doce trabajos, tuve que servir en la corte de la reina Ónfale de Lidia durante tres años. ¡Durante tres largos años! Cuando no me hacía vestir de mujer, me mandaba trabajos propios de muchacha. Pero ya se sabe: aunque Heracles se vista de mujer, Heracles se queda. ¡Con que solemnidad y prosopopeya me colocaba la túnica!

Abusando de su infinita paciencia, no me gustaría despedir este repaso por mi vida y milagros sin recordarles, simples mortales, que la sangre del centauro Neso no me mató, como afirman algunos de sus indocumentados historiadores, sino que me privó del sentido de la vista.

Y heme aquí, al borde de un puente, acompañado de mi fiel perro Cecilio, del latín caecus,‘el pequeño ciego’, dispuesto a terminar lo que empezó hace ya tanto tiempo. Sé que les sonará extraño. Pero mi misión es fundamental: hacerme un selfie con mi perro.

¿Que qué tiene esto de especial? –se preguntarán confusos y atolondrados. Si soy capaz de hacerme una foto con mi perro, seré capaz de superar la era de la imagen sin ver, seré capaz de lanzar un misil directo al punto de flotación de la sociedad occidental. Un oxímoron que, espero, les haga reflexionar.

Texto de Daniel Martínez Romero

Barcelona, 1986. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Ha sido finalista del I Certamen Literario de Relato Corto ‘Lorenzo Mercadante’ y premio del público del Certamen de Micropoemas ‘Poesía eres tú’. Ha colaborado con las revistas Aprender a Pensar, Borrador, Pliegos y Telegráfica.

Coordina, junto con Joselito Ramone, la revista de poesía Anonimato, plataforma desde la cual han editado y prologado la Antología de poetas anónimos (2015). Actualmente, se encuentra promocionando su primera referencia editorial, En las nubes (Retrato de una ciudad) (Maclein y Parker, 2016).